El trabajo ocupa gran parte de nuestras vidas y en promedio se suele dedicar entre 8 y 10 horas diarias durante 30-40 años.
Si restamos el tiempo de descanso que en promedio va entre las 6 y 8 horas diarias, solo tenemos una pequeña porción del día para dedicarnos a otras actividades.
Es primordial proteger el lugar al que le dedicamos tanto tiempo y evitar que tenga repercusiones negativas en la salud o contamine otros espacios de la vida.
Dilema:¿El trabajo afecta mi vida o mi vida afecta el trabajo?
Hay suficiente evidencia empírica y clínica para demostrar que diversos trastornos mentales pueden afectar nuestro desempeño laboral como los son: La depresión, la ansiedad, los trastornos de personalidad entre otras. Pero lo que se ha planteado desde la década de los 60, es que un puesto de trabajo puede terminar generando un síndrome mental.
Hablamos de dos modalidades distintas:
Enfermedad mental → Deterioro laboral.
Puesto de trabajo → Síndrome mental.
Cuando hablamos de la segunda modalidad podemos sospechar que estamos en presencia de un síndrome conocido como Burnout o desgaste profesional.
Sin embargo, el desconocimiento sobre el síndrome puede generar algunas controversias importantes.
¿Cada vez que sienta estrés laboral, estoy sufriendo de Burnout? ¿Todos los trabajos exigentes producen Burnout? ¿Tengo que cambiar de trabajo si sufro el síndrome?
Vamos a revisar a detalle el síndrome.
¿Qué es el burnout?
Es un conjunto de síntomas con aparición gradual, vinculados al trabajo que traen consecuencias graves a nivel físico y psicológico. El deterioro es consecuencia directa de la insatisfacción laboral y no se explica por la presencia de un trastorno mental previo.
Cabe acotar que este síndrome no esta descrito en los manuales diagnósticos de Psiquiatría (DSM V y CIE 10), sin embargo es aceptado por la OMS desde el año 2000, como un factor de riesgo laboral y su diagnóstico es aceptado por la mayor parte de la comunidad científica.
Primeras aclaratorias frente al tiempo y forma de aparición. Debe existir un tiempo mínimo, que los expertos han establecido de 6 meses, en el que coexistan los síntomas vinculados al mismo puesto de trabajo. No se puede diagnosticar antes. La aparición de los síntomas es gradual y no puntual, es decir van incrementando a lo largo del tiempo, no se presentan de manera súbita. No comienza de la noche a la mañana.
Segunda aclaratoria, el grado de los síntomas, se clasifica de leve a extremo y en todos los casos se hace el diagnóstico con su nivel. No hay que esperar a que sea grave para diagnosticarlo.
¿Cuáles son los síntomas del burnout ?
Los síntomas se producen en distintas áreas y de manera didáctica vamos a clasificarlos de la siguiente manera:
• Los que son psicosomáticos:
Que son aquellos que tocan el cuerpo, como insomnio, problemas gastrointestinales, contracturas musculares y fatiga.
• Los conductuales:
Nos llevan a realizar una serie de acciones perjudiciales como faltar constantemente al trabajo, aislarnos de los compañeros, sentir indiferencia por el entorno, tener conflictos laborales frecuentes, y consumir sustancias.
• Los síntomas emocionales:
Las emociones que nos acompañan son la irritabilidad, frustración, ansiedad y depresión, lo que generalmente nos conduce a un distanciamiento afectivo para protegernos de los sentimientos de impotencia, desorientación e impaciencia.
• Cognoscitivos:
Se experimenta un abandono de la realización personal, donde el trabajo pierde el valor que tenía antes para nosotros, se producen sentimientos de vacío, fracaso, impotencia que afecta la autoestima.
Como mencioné anteriormente se clasifica en grados o niveles:
Leve: Quejas vagas, cansancio, dificultad para levantarse a la mañana.
Moderado: Cinismo, aislamiento, suspicacia, negativismo.
Grave: Enlentecimiento, automedicación con psicofármacos, ausentismo, aversión, abuso de alcohol o drogas.
Extremo: Aislamiento muy marcado, colapso, cuadros psiquiátricos, suicidios.
¿Con qué se puede confundir?
Hay dos entidades que pueden ser confundidas con el Burnout o coexistir simultáneamente. Tienen diferencias sutiles importantes para un adecuado diagnóstico diferencial, estamos hablando de la depresión y el estrés laboral.
La diferencia entre depresión y burnout ha traído grandes dificultades para los especialistas por la similitud sintomática entre ambas. Algunas diferencias están en las preguntas ¿Cuándo comenzaron los síntomas? ¿Qué nivel de importancia le adjudica la persona al cansancio? ¿Qué pensamientos activan la ansiedad? Es posible que muchas personas puedan tener ambos cuadros.
El estrés laboral es un factor de predisposición para el Burnout, pero no la causa. Para muchas personas el estrés laboral permite alcanzar objetivos laborales, para otros tiene efectos negativos que producen síntomas de ansiedad, pero sin la presencia de otros factores específicos del Burnout.
¿Por qué se da?
Es mucho más frecuente que se de en profesiones que las personas escogen de manera vocacional como la medicina, enfermería u otras profesiones con cierto grado de altruismo, pero no significa que no se pueda dar en otras circunstancias. Algunas de las razones son:
Expectativas → Realidad
Una de las razones es la idealización sobre el alcance del puesto que desempeñamos, mientras más se aleje de la realidad gradualmente va a generar frustración y desencanto por lo que hacemos.
Ideal sumisión → Despersonalización
Cuando tenemos una visión incompatible sobre cómo creemos que deberíamos comportarnos en nuestra labor y una demanda distinta de la empres. Muchos deben acoplarse a la expectativa del otro y renunciar a la autonomía, lo cual genera una sensación de sumisión. Mientras se prolonga en el tiempo produce una despersonalización. Esto significa que sentimos que hacemos las cosas en piloto automático, distanciados, aislándonos de los demás, como si no fuéramos nosotros mismos, deteriorando nuestra motivación y autoestima.
¿Debemos cambiar de trabajo?
No necesariamente, es importante revisar las estrategias que utilizamos para afrontar el estrés y las expectativas, y así evaluar si podemos rescatar el valor de nuestro trabajo, o por el contrario, si nos queda claro que ya no deseamos desempeñar esa función. Cuando esto no resulta fácil de resolver, es importante que lo converses con un psicólogo, para que retomes tu calidad de vida.
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