Imaginemos que estamos en casa sentados en el sofá y sin razón aparente empezamos a sentir que nuestro corazón comienza a latir más rápido, nos mareamos, nos cuesta respirar, comenzamos a sudar, nos duele la cabeza y sentimos nauseas, sentimos una presión en el pecho y en lo único que podemos pensar es en que vamos a morir. Esto es lo que se experimenta cuando se sufre un trastorno de pánico.
¿Qué es un ataque de pánico?
Es un cuadro clínico clasificado dentro de los trastornos de ansiedad, genera en el paciente la experiencia de un miedo intenso, que aparece de manera aguda y repentina durante el día.
Todos los trastornos de ansiedad tienen dos características en común, el miedo ante el futuro y una reacción exagerada. Pero existen diferencias en la manera en la que se presentan.
Una de sus formas patológicas tiene que ver con la temporalidad de su aparición. Cuando ocurre de manera brusca y genera un pico de corta duración, pero inmensa intensidad, el cuadro es conocido como ataque de pánico.
¿Qué características tiene?
Los trastornos de ansiedad tienen un componente mental y otro orgánico. En los ataques de pánico los síntomas físicos tienen mayor protagonismo que en otras formas de expresión. Se observa una carga intensa de ansiedad que acompaña al paciente junto a síntomas físicos como: palpitaciones, sudoración, mareo, cefaleas o dolores de cabeza, aumento de la frecuencia cardíaca y en consecuencia dificultad para respirar.
En el componente mental, se encuentra el miedo intenso, que se suma a la interpretación de los síntomas físicos y donde la persona siente como si estuviese a punto de morir.
¿Por qué se produce?
La etiología orgánica no es muy clara, entre las posibles causas esta la desregularización del tálamo, hipotálamo e hipocampo. Otras casusas pueden ser el hipertiroidismo o hipoglucemia. Pero en líneas generales es un trastorno que compete al ámbito psicológico del paciente.
El origen psicológico se debe a una enorme cantidad de angustia flotante que no se consigue simbolizar y coloca en el cuerpo.
En mi experiencia como psicólogo clínico, el motivo mas frecuente que he visto en mi consulta, está relacionado con las angustias de abandono, que puede reactivarse en la vida adulta y desencadenar el ataque de pánico. Por ejemplo cuando hay riesgos de perder un trabajo, divorcios o muerte de familiares cercanos, el miedo es tan intenso que la mente no logra procesarlo correctamente.
El paciente que sufre ataques de pánico es el último en llegar a la consulta del psiquiatra o psicólogo. Generalmente llega con una cantidad de informes y estudios previos que ha realizado después de visitar al cardiólogo, gastroenterólogo, neurólogo, internista u otro médico especialista. Esto debido a que en la mayoría de los casos los síntomas físicos son tan intensos que el sujeto considera que debe estar enfermo del cuerpo y que si no hace algo con ello su vida corre riesgo.
¿Qué otras cosas acompañan al trastorno de pánico?
La agorafobia es un síntoma que puede ser concomitante o no con los trastornos de pánico, sin embargo el 75% de los pacientes con ataques de pánico también la presentan. Es el temor a encontrarse en una situación donde estemos desprotegidos y perdamos el control sin poder ser asistidos.
Otro acompañante de los ataques de pánico son las angustias anticipatorias, estas pueden ser aún más desgastante que el propio ataque de pánico, los pacientes no solo sufren con los síntomas físicos, si no que se encuentran rumiantes y angustiados con la pregunta ¿Cuándo me volverá a pasar? lo que aumenta la ansiedad y probabilidades de que ocurra nuevamente deteriorando la calidad de vida.
¿Qué debemos saber sobre este trastorno?
1. Como se expresó anteriormente los ataques de pánico son ansiedad aguda y puntual, esto quiere decir que tienen una duración de 15 minutos aproximadamente y luego disminuyen. No hay riesgos de que se mantengan indefinidamente.
2. No existe consecuencias graves de ningún tipo al transcurrir el ataque de pánico (no vas a morir).
3. Es recomendable tener un numero de contacto de algún familiar o amigo que pueda acudir a ti, con el fin de disminuir los efectos de la agorafobia y evitar quedarte encerrado en casa.
4. Existen tratamientos farmacológicos altamente efectivos. El uso de Benzodiacepinas aumentan el umbral de sensibilidad de nuestros receptores y disminuyen la intensidad de los estímulos que pueden ser estresantes. Sin embargo, se ha comprobado que el hecho de llevar encima estos medicamentos tiene una función de tótem que reduce las angustias anticipatorias y la agorafobia. Al sentir que en caso de sufrir un ataque de pánico tenemos con nosotros ayuda, funciona como el símbolo de un talismán.
5. Existen diversas estrategias psicoterapéuticas para abordar los ataques de pánico y conseguir recuperar nuestra calidad de vida.
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